Detalle de uno de los espacios de la Biblioteca Viva de al-Andalus situada en la Casa del Bailío, en Córdoba.
La Casa del Bailío es una casa palacio que se encuentra en la parte alta de la cuesta del Bailío, a la que da nombre y cuyo origen se remonta al reparto que realizó Fernando III tras la expulsión de los musulmanes, recayendo la propiedad de la misma en familia de los Fernández de Córdoba, señores de Aguilar.
A lo largo de su historia el edificio ha tenido varios usos, tales como Administración de Correos o Sede de la Oficina de Obras Públicas. En la actualidad sus dependencias se reparten entre la Biblioteca Viva de Al-Andalus y el hotel Palacio del Bailío.
La Casa del Bailío es una casa palacio que se encuentra en la parte alta de la cuesta del Bailío, a la que da nombre y cuyo origen se remonta al reparto que realizó Fernando III tras la expulsión de los musulmanes, recayendo la propiedad de la misma en familia de los Fernández de Córdoba, señores de Aguilar.
A lo largo de su historia el edificio ha tenido varios usos, tales como Administración de Correos o Sede de la Oficina de Obras Públicas. En la actualidad sus dependencias se reparten entre la Biblioteca Viva de Al-Andalus y el hotel Palacio del Bailío.
A CÓRDOBA
Al recordar
tus viejas primaveras
me arrastra
un fresco olor a rosas
que me aterra
Al divagar
por calles y plazuelas
y recobrar bajo la luna
ese trazo inacabado,
me empuja un sortilegio
quizás desencantado,
un soliloquio
absorto de melancolía
De nuevo aquí
hasta otra vuelta,
rindo honores
a tu presencia vaga
A tu ausencia feroz
que me entristece
A esa luna
que siempre será hereje
contempladora muda
de penas y alegrías.
Al recordar
tus viejas primaveras
me arrastra
un fresco olor a rosas
que me aterra
Al divagar
por calles y plazuelas
y recobrar bajo la luna
ese trazo inacabado,
me empuja un sortilegio
quizás desencantado,
un soliloquio
absorto de melancolía
De nuevo aquí
hasta otra vuelta,
rindo honores
a tu presencia vaga
A tu ausencia feroz
que me entristece
A esa luna
que siempre será hereje
contempladora muda
de penas y alegrías.
Autor: Luis de Pablos
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