Un poco de historia sobre el lugar:
Situado en una de las plazas más hermosas y místicas de Córdoba, Plaza de los Capuchinos, a la que dió nombre el austero convento franciscano fundado en 1629 sobre unas casas pertenecientes al marqués de Almunia. También llamada Plaza de los Dolores o Plaza del Cristo de los Faroles.
Situado en una de las plazas más hermosas y místicas de Córdoba, Plaza de los Capuchinos, a la que dió nombre el austero convento franciscano fundado en 1629 sobre unas casas pertenecientes al marqués de Almunia. También llamada Plaza de los Dolores o Plaza del Cristo de los Faroles.
La plaza de Capuchinos se abre en el siglo XVII sobre unas casas que el marqués de la Almunia mantenía en la parte noreste de la villa. Su conformación se produce mediante la construcción del convento de Capuchinos en, así como de la Iglesia de los Dolores, cuya terminación se produce en 1728.
En el año 1794, se erige el monumento al Cristo de los Faroles y que es atribuido al cantero Juan Navarro León. En los años 20 del siglo XX, se instalan la actual verja, y en 1984 se sustituyen los faroles por otros.
En cuanto al empedrado de la plaza, actualmente son losas de granito gris en todo el perímetro, con empedrado en el interior. Este fue renovado en los años 50 bajo la alcaldía de Antonio Cruz Conde.
El 3 de diciembre de 2007 se instala una pilona en la entrada desde la calle Conde de Torres Cabrera para restringir el acceso de vehículos a la plaza.
En el año 1794, se erige el monumento al Cristo de los Faroles y que es atribuido al cantero Juan Navarro León. En los años 20 del siglo XX, se instalan la actual verja, y en 1984 se sustituyen los faroles por otros.
En cuanto al empedrado de la plaza, actualmente son losas de granito gris en todo el perímetro, con empedrado en el interior. Este fue renovado en los años 50 bajo la alcaldía de Antonio Cruz Conde.
El 3 de diciembre de 2007 se instala una pilona en la entrada desde la calle Conde de Torres Cabrera para restringir el acceso de vehículos a la plaza.
Leyenda En el Cristo de los Faroles
Todas las noches a las doce en punto sonaban sobre el
empedrado de la Cuesta del Bailío los mismos pasos; eran unos pasos firmes,
rítmicos y marciales como sacados de un desfile militar.
Sólo hacía unos años que Fray Diego José de Cádiz, con ayuda
del Marqués de Hariza y otros muchos cordobeses habían colocado e la Plaza de
los Capuchinos el Santo Cristo de los Faroles. Corría el año 1794.
El personaje de nuestra historia aparecía cada noche
embozado en su capa de terciopelo por la calle Alfaros, ascendía por el Bailío
y si detenerse con nadie llegaba ante el Cristo y, enhiesto como un soldado,
rezaba durante unos minutos con gran recogimiento, algo que nadie oía y marchaba con el mismo paso y ademán por
la Calle del Silencio.
Corrieron por el pueblo mil historias llenas de sospechas y
fantasías; una de ellas cuenta que este señor se llamaba Carvajal y que era de
familia conocida y acomodada de Córdoba que había desaparecido en oscuras
circunstancias, y que si había muerto, que si había sido ajusticiado y mil
conjeturas más…El caso es que desde hacía años, no residía en la ciudad. De
aquí que los curiosos espiasen su salida y llegada cada noche y comentasen que
si era un aparecido, un espíritu o alma en pena que venía a pedir la paz para
su alma atormentada al Santo Cristo de los Capuchinos.
Cuentan que al entrar cada noche en la Calle del Silencio,
entrada y salida de la Plazuela del Crucificado, el viandante desaparecía sin
dejar rastro. Nadie pudo nunca ver su cara ni dónde acababan sus pasos…
Pero un día, el último que tenía para hacer su ronda, el
Carvajal quiso visitar al Santo Cristo y despedirse de la comunidad que lo
guarda, en el convento de la misma plaza.
<<Tengo destino en Cuba, en los ejércitos del Rey,
nuestro señor, y he venido a cumplir una antigua promesa que hice al Cristo de
Fray Diego apenas fue colocado ahí donde está.
Volvía a mi casa, por la Calle del Silencio a muy altas
horas de la noche, cuando fui asaltado muy violentamente por dos encapuchados.
Huí de ellos como pude pero siempre volvía a caer en sus manos, hasta que tuve
que intentar defenderme con todas mis fuerzas y a la desesperada, y tanto fue
el ardor de ellos y el mío en la pelea que rodamos por el suelo, brillaron las
armas y brotó la sangre…y de pronto, y casi sin darme cuenta, me encontré solo
y asustado junto a la columna de la Cruz del Cristo. Dile gracias infinitas por
haberme salvado de aquellos bandidos y prometí visitarlo cada noche que
permaneciese en Córdoba a las misma hora en que me salvó de aquellas manos
asesinas; prometí rezar en su presencia unos minutos y, sobre todo, decir
varias veces el credo, para afirmarme en la fe.
Y así lo he hecho todas las noches de todos los días que he
permanecido de permiso en nuestra ciudad, hasta que mañana emprenda de nuevo
viaje a Cuba donde tomaré posesión de mi nuevo cargo y puesto de Capitán
General de los Ejércitos del Rey,
nuestro señor, si Dios quiere.>>
5 comentarios:
Helenai,un placer visitar tu blog lleno de cultura y temas muy interesantes.Seguiré pasando siempre que pueda.
Muchos besos.
Muchas gracias por pasar y dejar tu comentario Ricardo, es agradable entrar al blog y verlos. Sigo ampliándolo con cosas nuevas, ahora estoy creando pág. fotos sólamente, una especie de galería fotográfica por temas.
Un besin.
Me encanta la ambientación que le das a tus imágenes. Y la de cosas que aprendo...Mola.
Un beso
Ana ,la de Xixón ;-)
Hola Ana la de Xixón...jajaja....pues a mi me encanta que te guste tanto y te tenga enganchada a mis entradas....sólo he publicado este comentario ya que he visto que el otro era repetido....ahora los he puesto con moderación para evitar los spam que alguno me ha entrado, así sólo doy paso a los buenos....un besin guapísima.
Muy bonito e inspirador.
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Agradezco mucho vuestros comentarios, siempre es agradable saber que a alguien le interesa lo que publicas...