«Es obvio que la poesía y la fotografía pueden complementarse y hasta influirse recíprocamente. Por una parte, la fotografía capta una imagen fija, inmóvil (a veces sólo un instante de una realidad dinámica o de una coyuntura motriz, desplazable o vibrante), y la poesía puede, a partir de esa suspensión o tregua del movimiento, hacer una lectura que la enriquezca. Por otra parte, la poesía, que genera o propone transformaciones, procesos, auges o deterioros, puede ser sintetizada ejemplarmente por la fotografía cuando ésta elige de aquella una imagen decisiva, que habla por sí misma.»


Mario Benedetti Poeta

lunes, 17 de octubre de 2011

Cristo de los Faroles, Córdoba


 
Un poco de historia sobre el lugar:

Situado en una de las plazas más hermosas y místicas de Córdoba, Plaza de los Capuchinos, a la que dió nombre el austero convento franciscano fundado en 1629 sobre unas casas pertenecientes al marqués de Almunia. También llamada Plaza de los Dolores o Plaza del Cristo de los Faroles.
La plaza de Capuchinos se abre en el siglo XVII sobre unas casas que el marqués de la Almunia mantenía en la parte noreste de la villa. Su conformación se produce mediante la construcción del convento de Capuchinos en, así como de la Iglesia de los Dolores, cuya terminación se produce en 1728.

En el año 1794, se erige el monumento al Cristo de los Faroles y que es atribuido al cantero Juan Navarro León. En los años 20 del siglo XX, se instalan la actual verja, y en 1984 se sustituyen los faroles por otros.

En cuanto al empedrado de la plaza, actualmente son losas de granito gris en todo el perímetro, con empedrado en el interior. Este fue renovado en los años 50 bajo la alcaldía de Antonio Cruz Conde.
El 3 de diciembre de 2007 se instala una pilona en la entrada desde la calle Conde de Torres Cabrera para restringir el acceso de vehículos a la plaza.

 Leyenda En el Cristo de los Faroles

Todas las noches a las doce en punto sonaban sobre el empedrado de la Cuesta del Bailío los mismos pasos; eran unos pasos firmes, rítmicos y marciales como sacados de un desfile militar.

Sólo hacía unos años que Fray Diego José de Cádiz, con ayuda del Marqués de Hariza y otros muchos cordobeses habían colocado e la Plaza de los Capuchinos el Santo Cristo de los Faroles. Corría el año 1794.

El personaje de nuestra historia aparecía cada noche embozado en su capa de terciopelo por la calle Alfaros, ascendía por el Bailío y si detenerse con nadie llegaba ante el Cristo y, enhiesto como un soldado, rezaba durante unos minutos con gran recogimiento, algo que nadie  oía y marchaba con el mismo paso y ademán por la Calle del Silencio.

Corrieron por el pueblo mil historias llenas de sospechas y fantasías; una de ellas cuenta que este señor se llamaba Carvajal y que era de familia conocida y acomodada de Córdoba que había desaparecido en oscuras circunstancias, y que si había muerto, que si había sido ajusticiado y mil conjeturas más…El caso es que desde hacía años, no residía en la ciudad. De aquí que los curiosos espiasen su salida y llegada cada noche y comentasen que si era un aparecido, un espíritu o alma en pena que venía a pedir la paz para su alma atormentada al Santo Cristo de los Capuchinos.

Cuentan que al entrar cada noche en la Calle del Silencio, entrada y salida de la Plazuela del Crucificado, el viandante desaparecía sin dejar rastro. Nadie pudo nunca ver su cara ni dónde acababan sus pasos…

Pero un día, el último que tenía para hacer su ronda, el Carvajal quiso visitar al Santo Cristo y despedirse de la comunidad que lo guarda, en el convento de la misma plaza.

<<Tengo destino en Cuba, en los ejércitos del Rey, nuestro señor, y he venido a cumplir una antigua promesa que hice al Cristo de Fray Diego apenas fue colocado ahí donde está.

Volvía a mi casa, por la Calle del Silencio a muy altas horas de la noche, cuando fui asaltado muy violentamente por dos encapuchados. Huí de ellos como pude pero siempre volvía a caer en sus manos, hasta que tuve que intentar defenderme con todas mis fuerzas y a la desesperada, y tanto fue el ardor de ellos y el mío en la pelea que rodamos por el suelo, brillaron las armas y brotó la sangre…y de pronto, y casi sin darme cuenta, me encontré solo y asustado junto a la columna de la Cruz del Cristo. Dile gracias infinitas por haberme salvado de aquellos bandidos y prometí visitarlo cada noche que permaneciese en Córdoba a las misma hora en que me salvó de aquellas manos asesinas; prometí rezar en su presencia unos minutos y, sobre todo, decir varias veces el credo, para afirmarme en la fe.

Y así lo he hecho todas las noches de todos los días que he permanecido de permiso en nuestra ciudad, hasta que mañana emprenda de nuevo viaje a Cuba donde tomaré posesión de mi nuevo cargo y puesto de Capitán General de los Ejércitos del Rey,  nuestro señor, si Dios quiere.>>

5 comentarios:

Ricardo Gómez de Cádiz dijo...

Helenai,un placer visitar tu blog lleno de cultura y temas muy interesantes.Seguiré pasando siempre que pueda.
Muchos besos.

Helenai dijo...

Muchas gracias por pasar y dejar tu comentario Ricardo, es agradable entrar al blog y verlos. Sigo ampliándolo con cosas nuevas, ahora estoy creando pág. fotos sólamente, una especie de galería fotográfica por temas.

Un besin.

Ebudae69 dijo...

Me encanta la ambientación que le das a tus imágenes. Y la de cosas que aprendo...Mola.
Un beso
Ana ,la de Xixón ;-)

Helenai dijo...

Hola Ana la de Xixón...jajaja....pues a mi me encanta que te guste tanto y te tenga enganchada a mis entradas....sólo he publicado este comentario ya que he visto que el otro era repetido....ahora los he puesto con moderación para evitar los spam que alguno me ha entrado, así sólo doy paso a los buenos....un besin guapísima.

PiLuxtres dijo...

Muy bonito e inspirador.

Publicar un comentario

Agradezco mucho vuestros comentarios, siempre es agradable saber que a alguien le interesa lo que publicas...